La división de las derechas
Durante estos últimos años la derecha peruana ha trazado una línea que, si bien es delgada en algunos tramos de esta, ha intentado marcar una diferencia entre dos concepciones de país. Aquí intentaremos ensayar distintas características que dividen a dos facciones de la derecha peruana. Aquel tema es digno de una tesis o de un libro, y no pienso abarcar distintas facetas de ambas que pudieran incluirse, así que si lo ven necesario, por favor compartan sus ideas en la sección "Comentarios".
Si bien ambas derechas coinciden en el “respeto por el modelo” – es decir, por una economía de libre mercado con apertura al comercio internacional y la promoción de la inversión extranjera – la mayor divergencia se encuentra en el aspecto sociopolítico que ambas tendencias de pensamiento manejan actualmente.
Por un lado, contamos con una derecha que intenta proyectar un respeto por la institucionalidad democrática y la consecuencia del desarrollo socioeconómico a partir de herramientas neoliberales – ellos arguyen que esto último demora y por ello el “chorreo” puede no sentirse en el corto plazo llevando a una potencial inestabilidad. Los programas sociales, por lo general, no suelen ser promovidos por la expectativa o asunción que el mercado y el crecimiento económico generarán las oportunidades necesarias para un desarrollo social.
Por el otro lado, se percibe un énfasis en el soporte de aparatos clientelares que generan bienestar en los sectores populares, así reduciendo el factor “inestabilidad” y por ello dando mayores posibilidades a un control más autoritario del aparato estatal dadas las concesiones hechas por distintos sectores populares. Ahí encontramos la famosa y popular frase “no me importa que robe con tal de que haga obras” que este sector de la derecha suele manejar tan bien. En esta medida, este sector de la derecha no solo tiene el potencial de acaparar el aparato estatal y por ello, la posibilidad de beneficiarse del erario público, sino que también existe la posibilidad de utilizar el mismo para distintos réditos políticos – y por ello, dinamitar la institucionalidad sociopolítica y reducir los espacios de acción de la sociedad civil. Si bien existen ciertas coincidencias y discrepancias en temas cívicos como el matrimonio homosexual, el estado secular, la despenalización del aborto y la pena de muerte, las diferencias y las coincidencias suelen estar en un “justo medio” entre ambas derechas. Por ello no considero estas coincidencias o diferencias como determinantes en este análisis.
Podríamos decir, entonces, que la primera derecha está dispuesta a aceptar problemas propios de la inestabilidad política a fin de respetar el modelo económico y evitar la creación de aparatos clientelares, manteniendo cierta disciplina fiscal. Por otro lado, la segunda derecha busca legitimidad popular por medio de la creación de aparatos clientelares que generen la suficiente estabilidad social como para poder aumentar su poder dentro del Estado sin mayor resistencia. Es así que la primera derecha es más vulnerable políticamente que la segunda derecha, vulnerabilidad que la segunda derecha evita porlos métodos antes descritos. Asimismo, se podría decir que es por la prevalencia de programas clientelares que la segunda derecha tiene mayor facilidad para catalogar a la primera derecha de elitista o indolente – dada la intención de mantener una disciplina fiscal e institucionalidad.
Una vez hecho este distingo, podemos analizar cuál es el estado de ambas derechas en la presente contienda electoral. Actualmente existen cuatro candidatos que se encuentran a la derecha del espectro político y un candidato a la izquierda del mismo. De los candidatos de la derecha, Alejandro Toledo y PPK pertenecen a la “primera derecha”, mientras que Keiko Fujimori y Luis Castañeda pertenecen a la “segunda derecha”. Ciertamente, una parte del electorado peruano premia a los políticos que plasman sus promesas en resultados tangibles – como bien se mencionó antes, incluso por encima de valores abstractos como la honestidad. Así, Keiko Fujimori y Luis Castañeda tienen un electorado cautivo producto de los recuerdos tangibles del fujimorato de la primera, y los proyectos de infraestructura desarrollados por el segundo. Mientras Fujimori mantiene un promedio de 20% de la votación encuestada hasta ahora, Castañeda cuenta con un voto más volátil, probablemente por la poca cohesión caudillista que su figura ha podido proyectar – a diferencia de Fujimori que, pese a ser pragmático, tuvo mayor empatía caudillista. No obstante, sería inexacto argumentar que solo los sectores populares (C/D/E) apoyen a Fujimori y Castañeda. Existen grupos de gente del A/B que ven con ojos positivos el concepto de orden promovido durante el fujimorato – que puede derivar en autoritarismo – como también en la liberalización de la economía – la cual favoreció a las empresas privadas en aquel entonces.
El gran dilema electoral más bien ocurre en aquellos simpatizantes de la “primera derecha”. El público objetivo de Toledo y PPK es el mismo, y por ello se viene diciendo que ambos candidatos van a terminar dinamitando sus opciones y catapultando a cualquiera de los dos representantes de la “segunda derecha” o a Ollanta Humala – el representante de la izquierda. De hecho, dada la latente posibilidad de que Fujimori y Humala pasen a segunda vuelta, los electores simpatizantes de la “primera derecha” consideran que una segunda vuelta entre Fujimori y Humala es dañina para el país.
Pareciera que, luego de tantos años, la izquierda peruana haya logrado un grado de unidad que esté permitiendo el avance de la candidatura de Ollanta Humala a expensas de la fragmentación de la derecha. Si bien el electorado peruano no está votando “por la izquierda” nominalmente (la Alianza Gana Perú hace lo posible por evitar aquella etiqueta), sí está sintonizando con el discurso de Humala. Humala ha hecho un buen trabajo en proyectar una imagen más centrada y responsable que su versión del 2006, apelando a un “desarrollo brasileño” e intentando enterrar su tantas veces mencionado acercamiento al chavismo.
Mientras tanto, la “primera derecha” podría fragmentarse lo suficiente hasta terminar dejando fuera a sus dos representantes de la segunda vuelta, y abriendo la posibilidad de que Castañeda, Fujimori o Humala lleguen a la segunda vuelta. La "primera derecha" no ve con simpatía el ascenso de Fujimori o Castañeda - ya que para ellos, por lo general, prima la institucionalidad democrática sobre el orden y la autoridad. No obstante, seguramente algunos de la "primera derecha" preferirían a Castañeda sobre Humala, o incluso a algunos a Humala sobre Keiko - basándose en un argumento, digamos, ético.
Finalmente, viendo esta desunión de la derecha y esta aparente unión de la izquierda, no hago más que recordar aquel pasaje de “El Manifiesto Comunista” escrito por Carlos Marx, que dice:
“Esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada entre los propios obreros. Pero avanza y triunfa siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. Y aprovechándose de las discordias que surgen en el seno de la burguesía, impone la sanción legal de sus intereses propios”.
Con esto no quiero decir ni que Humala sea comunista, ni que su partido sea de proletarios. Por favor no malinterpretar. Este es un análisis de un texto escrito por Marx en función de un concepto que, para Marx, es inherente a los tiempos: la lucha de clases. Y, dadas las circunstancias, uno podría ensayar una hipótesis sosteniendo que lo que ocurre actualmente es una competencia entre clases – no lucha, pero competencia – por la primera magistratura del Estado. En este escenario las clases no serían los proletarios y la burguesía propiamente, así que dejo a cada quien intentar etiquetar de alguna manera el conglomerado de gente apoyando a PPK o Toledo y por otro lado a Humala. Un intento de categorización podría ser entre aquellos que respetan la institucionalidad democrática pero bajo las reglas del mercado y por aquellos que desean modificar el “modelo económico”. Si esas categorías engloban a distintas “clases”, es discutible, pero es un primer paso para poder determinar aquello. También es importante recordar que parte del éxito de Humala se encuentra en que ha vuelto a lograr canalizar la protesta ciudadana de muchos peruanos y peruanas que aún se sienten excluidos del engranaje que hace que "el modelo" funcione. A partir de ahí, se podría deducir que quienes protestan frente al "modelo" son justamente aquellos que perciben el no haber sido tomados en cuenta como parte de este en todos estos 20 años.
¿Será que la “primera derecha”, mediante su división, terminaría dinamitando sus propios intereses?
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